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Irreversible

PALACIO DE LAS AGUAS CORRIENTES

Julio-Septiembre 2025

Curaduría: María Carolina Baulo

Pensar en lo irreversible es, para la prepotente mirada humana, una suerte de desafío, un “fingir demencia” ante aquello que, a todas luces, no puede volver a su estado original si se lo trasciende, si se lo violenta, si se lo altera, si entra en crisis. Una reacción química que altera las sustancias de manera permanente, una elección que rompe su continente, algo que se dice y no se puede ignorar una vez escuchado, una interferencia en el orden superior del Universo esperando que el “revés” no sea abrumador. En muchos casos, el carácter de irreversibilidad es subestimado, pero hay gigantes a los que conviene no despertar y mucho menos si no va a ser amorosamente…

 

Pablo Butteri, artista plástico y visual, se crio en  Santa Teresita, Buenos Aires, rodeado de la energía del agua. Y aun cuando de grande se traslada a Capital Federal, el contacto con la naturaleza lo lleva en su ADN y ese vínculo se extendió por toda su obra. Irreversible, instalación de carácter sitio específico e inmersivo, se desarrolla en  la Sala “Arq. Jorge Tartarini” del Palacio de las Aguas Corrientes, planteando un paisaje natural devastado por la acción del fuego, el cual emerge a partir de la quema y transformación de materiales que pigmentan los soportes. El humo, la desolación, lo que queda de ese medio ambiente que recibe el impacto negativo de la mano humana, nos enfrenta a una naturaleza violentada, flagelada. En la serie de los vidrios quemados, Pasajes Negros -que Pablo Butteri comienza en 2019 y sigue hasta la actualidad inspirado tras el incendio de la selva amazónica y su posterior réplica en Córdoba, Argentina- se señala lo que sucede continuamente debido al poco cuidado del agua, la falta de una comprometida ley de humedales, el clima y los intereses económicos. En estos trabajos, que son el punto de partida de la muestra, se intenta plasmar el proceso de trasmutación de la materia usando el quemado como purificación y registro de lo perdido, como recurso utilizado para otorgarle re-significación al humo, el cual es “capturado”, intervenido y utilizado como material plástico.

 

Irreversible nos devuelve la respuesta activa del gigante castigado. Nos involucra en un escenario apocalíptico donde gobierna un clima devastador logrado gracias a un corpus de obras que copan el espacio, jugando con distintos tipos de  escalas, materiales tanto orgánicos como industriales, efectos de luz, videos y todo atravesado por una estética oscura, densa, amenazante que no permite que el observador mire hacia otro lado porque, aunque lo hiciera, en todas las direcciones, el bosque quemado se impone al intento de escape.

 

El sonido de las aguas del mar llegando a la orilla, la lluvia, el agua que se derrama, es todo lo que no hay. Más allá de reconocernos dentro de una escenografía ficticia y “disfrutar” de la belleza visual de la propuesta, Irreversible nos genera un efecto de extrañamiento en la percepción, invitándonos a una toma de conciencia sobre la problemática de las quemas de los bosques, el agua y el medio ambiente. Allí radica la esencia del título, el cual no habilita margen de maniobra y define un cierre desesperanzador para la naturaleza y para la humanidad si no sabemos bajarnos de la partida cuando la naturaleza canta “jaque”. Así y solo así -dejando de despertar gigantes que no tenemos la menor idea de cómo entretener- es que evitaremos que la partida sea “mate”.

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