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Tempestades

PALACIO DE LAS AGUAS CORRIENTES

Marzo-Agosto 2022

Curaduría: María Carolina Baulo

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(English Below)

Alguna vez dije que en la obra de Agustina Chaufan se manifiesta la “belleza de lo imperfecto”. Y la definición da cuenta de un grupo de recursos plásticos y estéticos que colaboran para armonizar  opuestos complementarios,  efímeros balances a los que la artista accede cual equilibrista, milimétricamente diseñando cada pieza para contener un aparente caos de referencias espacio temporales, cromáticas y figurativas,  en una red inestable pero lo suficientemente fuerte como para orientar al espectador dentro de una naturaleza surrealista. 

 

Tempestades es la primera muestra individual de la joven artista argentina, pensada desde un principio como sitio específico para el Palacio de Aguas Corrientes de la Ciudad de Buenos Aires. Como si a su juego la llamaran, las olas, el movimiento infinito de los mares y las aguas todas, es objeto de interés y representación permanente a lo largo del hacer creativo de Agustina Chaufan.  En esta oportunidad, se reúne un corpus de piezas en formato medio, todas ellas en papel trabajado con técnicas mixtas. Aguas apasionadas que salen del confinamiento otorgado por los marcos, para desplegarse en una suerte de tótems que operan como paredes en la sala de arte contemporáneo, cobrando así dimensiones monumentales a partir del despliegue de un detalle como motivo que nos lleva de lo micro a lo macro, recibiendo y haciendo parte del relato al espectador, al sumergirlo en ese mundo sutil y pequeño que la artista dibuja de manera exquisita. Pero una tercera instancia pone a las obras en acción: ya no alcanza con verlas todas juntas en las paredes formando un conglomerado colorido, una suerte de retratos de mares más o menos apasionados, y tampoco alcanza con un potente zoom in donde ese detalle se despliega en un mural  compartimentado en 6 espacios, sino que las obras se agitan y cobran vida en un video repetido ad infinitum el cual, sin pedir permiso, capta la atención del visitante y lo envuelve en un sonido que lo remite inmediatamente a un escenario natural, implantado en el centro de la sala.

 

Tempestades nos presenta un temperamento efervescente, curioso, una mirada incansable, muchas veces abrumadora, es un reflejo de un sentir y hacer –los de la propia artista- inquietos pero sistemáticos, complejos aunque sencillos, bellos en su imperfección y apoyándose justamente en ella para potenciar su atracción. Será tarea entonces del espectador el identificarse, o no, con esas pasiones intempestivas que en definitiva, en algún momento de nuestras vidas, nos atraviesan a todos.

 

 

I once said that in the work of Agustina Chaufan the "beauty of the imperfect" is manifested. And the definition accounts for a group of plastic and aesthetic resources that collaborate to harmonize complementary opposites, ephemeral balances to which the artist accesses like a tightrope walker, millimetrically designing each piece to contain an apparent chaos of space-time, chromatic and figurative references, in an unstable network but strong enough to orient the viewer within a surreal nature.

 

Storms is the first individual exhibition of the young Argentine artist, conceived from the beginning as a site specific for the Palacio de Aguas Corrientes in the City of Buenos Aires. As if she was called to her game, the waves, the infinite movement of the seas and all the waters, is the object of interest and permanent representation throughout the creative work of Agustina Chaufan. On this occasion, a corpus of pieces is brought together in medium format, all of them on paper worked with mixed techniques. Passionate waters that come out of the confinement granted by the frames, to unfold in a kind of totems that operate as walls in the contemporary art room, thus taking on monumental dimensions from the unfolding of a detail as a motif that takes us from the micro to the macro, receiving and making the viewer part of the story, immersing him/her in that subtle and small world that the artist exquisitely draws. But a third instance puts the works into action: it is no longer enough to see them all together on the walls forming a colorful conglomerate, a kind of portrait of more or less passionate seas, and it is not enough with a powerful zoom in where that detail unfolds in a mural compartmentalized in 6 spaces, but rather the works are shaken and come to life in a video repeated ad infinitum which, without asking for permission, captures the visitor's attention and wraps him up in a sound that immediately sends him to a natural scenario, implanted in the center of the room.

 

Storms presents us an effervescent, curious temperament, a tireless gaze, often overwhelming, it is a reflection of a feeling and doing -those of the artist herself- restless but systematic, complex yet simple, beautiful in its imperfection and leaning precisely on it to enhance its attraction. It will then be the viewer's task to identify, or not, with those untimely passions that ultimately, at some point in our lives, run through us all.

 

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